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El descubrimiento de que Francisco Reyes Sorroche, más conocido como el barbero de la calle San Pablo, fue un asesino condenado a muerte por un crimen que cometió en la posguerra y no una víctima de la Guerra Civil le ha costado dinero al Ayuntamiento. Tanto como vale sustituir uno de los módulos de los denominados Muros de la Memoria, en los que IU y PSOE se gastaron 61.000 euros, colocados en los cementerios de La Salud y San Rafael a finales del pasado marzo. La cuantía de la reparación no ha trascendido —este periódico solicitó tal información al grupo municipal de Izquierda Unida y no ha obtenido respuesta al respecto—, pero la causa está clara.
Porque sucede que en el tributo a los fallecidos en la contenienda civil —de un solo bando, el republicano— el Consistorio incluyó por error a Francisco Reyes Sorroche, puesto que en los registros oficiales constaba que fue fusilado el 6 de febrero de 1943 en las cercanías del cementerio de San Rafael. La información era cierta, mas el Consistorio cometió un error de interpretación a la hora de elaborar, hace unos meses, las listas de los represaliados tras el inicio de la Guerra Civil. La documentación incompleta que manejó para componer la relación le impidió comprobar que Reyes Sorroche fue ajusticiado por orden de un tribunal castrense, que juzgaba todos los delitos de sangre en la posguerra (fueran civiles o militares), al ser declarado culpable del asesinato de un cliente de su barbería, de nombre Enrique Gallego y empleado del Banco Español de Crédito.
Este periódico publicó el pasado 3 de abril un reportaje titulado «Honores para el barbero de San Pablo» en el que se daba cuenta de la equivocación que había cometido el equipo de investigadores a los que el Ayuntamiento encomendó la elaboración de las listas de víctimas de la Guerra Civil. La noticia ha provocado una reacción del Consistorio para enmendar el entuerto, de tal modo que las placas en las que figuraba el error en los cementerios de San Rafael y de La Salud se retiraron hace unas semanas para subsanar la equivocación y ya han vuelto a colocarse. En ellas no aparece el nombre del barbero de la calle San Pablo.
La directora del Archivo Municipal, Ana Verdú, señaló ayer en declaraciones a ABC que «también se han hecho otros cambios, porque algunos familiares de las personas que aparecen en los listados nos hicieron llegar algunas precisiones una vez que se colocaron los Muros de la Memoria». Verdú agradeció la colaboración de los ciudadanos para que el memorial sea lo más exacto posible, y recordó que antes de que se encargara su grabado el Ayuntamiento abrió un plazo de exposición pública de los listados para que todos los ciudadanos que lo desearan pudieran hacer las precisiones que creyeran convenientes. La directora del Archivo, que es la institución que ha tenido más peso en la elaboración de los listados, indicó que «hay que entender que la documentación de la época de la Guerra es a veces confusa y es lógico que se cometan errores, que solucionamos siempre que podemos». De otro lado, Verdú no aclaró si el Ayuntamiento ha contratado a un historiador más una vez detectados los fallos de la relación inicial de víctimas, tal y como apuntaron otras fuentes municipales consultadas por ABC.
